Una representación del grupo satélite “Ciudades y paz” del III Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, que se celebrará en República Dominicana del 26 al 28 de junio, presentó ayer en el Palacio Macaya de Barcelona las principales conclusiones a la ponente principal de este eje, la filósofa y profesora de la Universidad de Barcelona (UB), Begoña Roman.
Jordi Hereu, alcalde de Barcelona entre 2006 y 2011 y socio y presidente de Idencity, fue el encargado de presentar el documento de conclusiones, creado después de meses de debates a puerta cerrada. En primer lugar, el exalcalde, dejó claro que las ciudades “no solo son el escenario de grandes temas como la paz, la seguridad, la solidaridad o la igualdad, sino también las protagonistas, un agente activo, de la búsqueda de las soluciones de los problemas de la humanidad”.
Respecto la relación entre paz y ciudad, y aunque puntualizó no tener una “varita mágica respeto la ciudad ideal”, Hereu hizo dos advertencias. Por un lado, recordó el papel clave de las urbes: “Si queremos construir paz en el mundo – que es más que ausencia de guerra- las ciudades deben estar en el primer capítulo de la historia”. Y, por otro lado, comentó el factor tiempo: “Igual que en la creación de una ciudad, la paz no es un momento, sino un proceso lento”.
El exalcalde de Barcelona y actual asesor urbanístico también se mostró crítico respecto el contexto actual: “una cosa es que el mundo se urbanice –pronto dos tercios de la humanidad vivirá en ciudad-, y otra cosa es que realmente estemos construyendo ciudades”. “Para que la ciudad sea educadora, mediadora, policéntrica, fractal y apueste por la inclusión social, debe ser fruto de un proyecto colectivo e intencional de la ciudadanía; pero hoy día las ciudades son exclusivamente fruto de la lógica del mercado y de la acumulación de la gente”. “La ciudad no es vivir uno al lado de otro, sino crear un proyecto colectivo”, insistió.
Por su parte, Josep Oliva, arquitecto y urbanista, defendió la ciudad “pública, mediterránea y de mentalidad urbana”, la cual exige un “sistema de parques muy completo”. También apostó por una ciudad fractal – que todos los barrios de una misma ciudad tengan igualdad en equipamientos y oportunidades- y cohesionadora porqué, según advirtió “mientras haya segregación, se deje una parte de la población de lado, siempre habrá posibilidad de conflicto”.
A parte de las dos personas que intervinieron en acto de ayer, Jordi Hereu y Josep Oliva, el grupo satélite de expertos del eje “Ciudades y paz”, reunido en Barcelona estos meses previos al Congreso, ha estado integrado por: Josep Mayoral, Vicepresidente del comité ejecutivo de Mayors for Peace desde 2009; Josep Maria Pascual, director de Estrategias de Calidad Urbana; y Antònia Hernández, Directora del XIII Congreso Internacional de Ciudades Educadoras.
Roman recoge el documento de los expertos
Por su parte, Begoña Roman, profesora de Filosofía de la Universidad de Barcelona y experta en ética, recogió el documento de conclusiones de los expertos y compartió algunas de sus ideas con los asistentes. En primer lugar, recordó que el hombre es un ser “encarnado, arraigado e interdependiente”, un animal político que debe vivir en la ciudad. “El ser humano solo florece en un espacio de interacción como es la polis, allí genera su identidad”, afirmó.
Pero además, Roman también recordó la vertiente colectiva de la ciudad: “sin ciudad no habría Humanidad”. “Debemos recuperar el concepto de comunidad y de lo común y acabar con un individualismo demasiado arraigado”, afirmó. Apostó por defender el concepto de ciudad, pero no de cualquier ciudad: “debemos construir ciudades altruistas, hospitalarias y que huyan de la hostilidad y esto se hace principalmente mediante la participación y la democracia”.
“Tenemos el porque: debemos vivir en ciudades. Tenemos el que: debe ser una ciudad participativa y de proximidad, dos conceptos que van de la mano. Pero ahora falta el como”. Y esta ha sido su receta: “En la ciudad la gente debe sentir que cuenta para algo, que escuchamos su historia, porque hay espacios de tranquilidad donde la gente se para (slow cities). La ciudad debe fluir con tranquilidad, de forma cálida. La ciudad debe ser un lugar de encuentro, no estar saturada ni saturar a sus habitantes”.
“La belleza es subjetiva, pero la gente que vive en un espacio feo se siente violentada. Debemos estar orgullosos de nuestra ciudad y querer mostrarla a los demás, hallando la justa medida de visitantes gracias a la participación de los vecinos. Una ciudad donde se pueda pasear y no solo circular”. Y finalmente, concluyó: “una ciudad que tenga una administración local importante y no subsidiaria de la administración superior y con capacidad para proteger a la población más desfavorecida”, porqué la administración municipal es proximidad y organización de la vida cotidiana.